Esta película trata de dos agentes judiciales, Teddy y Chuck, que tienen que ir a una isla perdida en la que se encuentra un psiquiátrico para pacientes terminales ante la llamada de que una interna se ha escapado, Rachel Solando.
El lugar se presenta muy oscuro en el que los psiquiatras jefes no prestan demasiada ayuda a los agentes pareciendo que ocultan algo y que no quieren que nadie descubra. Teddy se percatará de ello e intentará llegar hasta el fondo de la cuestión argumentando que practicaban técnicas nazis para lavados de cerebro destinado al control mental. Esta idea descabellada se irá formando cada vez con más fuerza en la cabeza del agente que entrará en un estado de locura permanente en la que la realidad se mostrará distorsionada confundiendo la percepción del espectador hasta el final de la película.
A lo largo de la película se van mostrando diferentes flash-backs en los que se deja ver que Teddy es un verdadero psicópata que mató a su mujer, también psicópata, después de que ésta ahogase a sus tres hijos en un lago pidiendole que la liberara. Teddy se formó una realidad paralela creyendo que la persona que partió su hogar fue un pirómano llamado Andrew Laeddis y no él.
En los últimos instantes de la película comprobaremos que todo fue una farsa: la misión encomendada, la interna desaparecida, las técnicas nazis e incluso su compañero Chuck, que resultó ser su psiquiatra. El psiquiatra jefe, el doctor John Cawley le confiesa que llevaba dos años interno allí por asesinato y por ocultar la realidad (resultó que su nombre, el del pirómano, el de su mujer y el de la mujer desaparecida fue una alteración propia de la realidad cambiando los nombres por anagramas, respectivamente.
Hay un final abierto en el que no se sabe si Andrew sigue sin aceptar lo que ocurrió o si estaba curado y prefiere someterse al lavado de cerebro para olvidar todos los recuerdos traumatizadores ocurridos en esos dos años de su vida.
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