18.4.13

Ni contigo ni sin ti.



Domingo. Frío, mucho frío. Sentada en la silla de su habitación mientras intenta memorizar una pregunta de examen. Al no poder soportar el frío se dirige en busca de un calefactor. Lo pone al máximo, casi pasa de helarse a quemarse, pero se puede soportar. Sigue intentando memorizar una pregunta de examen, al cabo de una hora por fin se concentra y empieza a estudiar seriamente. Dos horas más tarde. Para, se dirige a su cama, se tiende, se levanta, va en busca del mp4 y coloca el calefactor en dirección a la cama. Se tiende y empieza a escuchar música, se dirige a las canciones más tristes, melancólicas, de las que el estribillo es lento, tanto que se le queda grabado mucho antes que la pregunta que intentaba memorizar y que tanto tardó porque no estaba en lo que tenía que estar. Se siente mal, triste, sola… Sigue escuchando esa música lenta, penosa, que te hace llorar al segundo de empezar a escucharla. Piensa el motivo que le ha llevado a alejarse de la persona que más ama en este mundo. Llama a alguna amiga, se desahoga pero ninguna le dice nada, no son las amigas que espera, se siente más sola aún.  Idiota. Se duerme. La voz de su madre la despierta para preguntarle si irá a cenar,  desde el otro lado de la puerta le contesta que no, que no tiene hambre. Miente. Se siente mal, muy mal, ni siquiera se siente persona. Piensa que todo ha sido culpa suya. No puede creer que se haya terminado. Recuerda lo linda que fue su historia, recuerda aún el sabor de sus labios, recuerda su forma de reír, recuerda su sonrisa, esa sonrisa que tanto le encanta, recuerda su cuerpo, lo recuerda todo, lo bueno y lo malo, recuerda el principio de su historia y quiere olvidar el final. Y no puede, tiene ese remordimiento, no sabe si con o sin culpa pero tiene remordimientos, le comen la cabeza, y no lo soporta y coge el móvil y lo llama a él, espera a la segunda pitada y cuelga. Y al segundo se echa valor y lo llama hasta la última pitada. Escucha su voz, pero ahora en estos momentos es fría, suena un: “Dime… ¿quieres algo?”. Se pregunta dónde queda lo que le falta a ese: “quieres algo”, ese “cariño”, “mi vida” o simplemente, “preciosa”. ¿Dónde está? ¿Por qué no lo escucho? ¿Por qué me quedo aquí como una imbécil esperándolo? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por quéee? Y él se cansa y le cuelga, pero antes le dice las palabras que ella menos quiere escuchar en estos momentos, “Se acabó, adiós”. Y se queda de nuevo en su cama, sin deshacer, se queda llorando, desconsolada, sin nadie, sin nada, sin él… Sin una amiga que esté ahí para apoyarla, como las buenas amigas. Sin su madre, que le empezará a preguntar y ella que nunca ha sido de las que le gustan dar explicaciones. Para la música. Después de horas de llanto desconsolado se viste, son las 23.15h de la noche. Ni siquiera se peina, le da un beso a su madre y le dice que tiene que irse a la biblioteca porque en su casa no está concentrada, la madre le echa una bronca por la hora que es, pero ella se siente tan mal que cierra la puerta con un golpe que retumba toda la casa. Camina deprisa, casi está corriendo, aunque siempre tuvo vergüenza de ir sola a los sitios, pero esta vez se olvida, y al final opta por ponerse a correr. Llega a la puerta de su casa, y de nuevo lo llama al móvil, él le cuelga y al recibir la reacción que esperaba, llama al timbre de su casa. Abre la puerta, ahí está, su cara, esa cara sin lágrimas, sin ningún rasgo de que esté tan mal como ella. Y lo abraza, y él no se puede resistir y también lo hace, y suben a su habitación y ella llora, y llora y sigue llorando. Y él se enfada, no entiende porque está tan mal. Se echan en cara todo lo malo que recuerda el uno del otro. Y eso es peor aún, empeora las cosas y ella lo intenta abrazar de nuevo, y él casi la empuja, y le dice lo que la termina de romper por dentro: “Ya no te quiero, ya no siento nada por ti…” Y ella se va, llega a su casa a las 01.35h de la madrugada. Se tiende en su cama y llora, grita, no duerme, grita más fuerte aún. Llora, llora, llora hasta quedarse vacía por dentro, no se siente persona.
No entiende como la persona que le dijo que le amaba con todas sus fuerzas durante tres años y medio ahora le dice que no siente nada, ¿cómo es posible? ¿Se puede dejar de amar en un segundo? Al no encontrar respuestas a ninguna de sus preguntas se duerme. Sin saber cómo ni por qué, quizás por el cansancio, se duerme… Olvidando por unas horas todo lo mal que se siente, intentando soñar con que todo ha sido una horrible pesadilla.

                                                                                                                       
                                                                                                                         Ángela Romero

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