21.4.13

Tú, yo y nuestros amantes.

Un beso, seguido de otros cuantos, mis manos recorren tu espalda al mismo tiempo para después fundirse con tus manos en un apretón. Tu aliento, el mío, de una boca a otra mientras nuestros labios forman un puente, un puente al que pronto se une nuestra amante, una de ellos, pues no estamos todos, que nos observaba desde el sofá, sonriendo. No somos tres cuerpos en un mismo espacio, constituimos una manada, una explosión espontánea de placeres y deseos, cariño y olor a hormonas. Sonrío porque os veo felices, porque estoy feliz, no encuentro limitaciones, ni tan siquiera la del tiempo.
Beso sus tetas, tú mi cuello y es entonces cuando mis aullidos de placer, mi respiración fuerte, se mezclan con la suya, con sus aullidos, con su respiración. Se tumba, me pongo encima y tú al lado, caricias, roces, besos, apretones, saliva sobre nuestros cuerpos, toda la mañana en continuo movimiento, nos cambiamos de lugar, de espacio, salimos fuera para sentir el frío en nuestra carne. Seguimos dando rienda suelta a nuestros deseos y probamos nuevas cosas para descubrir nuevos placeres. Terminamos en el suelo, sentados, en un silencio hermoso mientras nuestros cuerpos se sienten los uno a los otros, y así pasamos la mañana, no hemos penetrado nuestros orificios mas que con nuestras lenguas y nuestros dedos, ni ha habido eyaculaciones mas que la que producían nuestras lindas bocas, no nos hacía falta todo eso, no nos invadía esa necesidad para estar en contacto entre nosotros.




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