A continuación copio y pego un micro relato que me encanta (extraído de aquí), el cual trata de la experiencia de su autora durante el colegio y de cómo no quiere inscribir a su hija en un colegio si ella misma no quiere. Ahí va:
"""Empezaré diciendo que siempre fui “buena estudiante”. Era tan buena tan buena , que todo el mundo estaba seguro de que estudiaría una carrera , biología , periodismo, veterinaria; todas a la vez, o una detrás de otra. Lo que estaba claro es que Elena iba a ir a la Universidad y con buena nota.
Menos mal que por el camino , como a los quince , metí un dedo en el Teatro… y me lo chupé.
En COU, cuando nos hacían rutas turísticas por centros de estudios superiores a ver si así se despertaba alguna vocación dormida, yo me quedaba memorizando textos de Lorca, aprendiendo sola a coser con bastidor para poder decir mi primera frase en mi primera obra de Teatro importante
” Una, dos, tres, ay! cuatro veces me he pinchado ya en ésta E última del ‘A mi adorada madre’”.
Estaba a punto de subirme a un escenario grande, delante de todo el colegio, y de cientos de personas, vestida toda de encajes y volantes, con miriñaque y todo. Una preciosidad.
Pero eso fue cuando me salvé. Antes pase muchos años encerrada.
La gente que me quiere, mi madre, no entiende por qué reniego ahora del colegio y por qué decido no escolarizar a Nahla.
- Si a ti te encantaba! Estabas deseando ir!
Sí, claro, pregúntale al elefante del circo por qué no arranca de un tirón la cadena de su pata.
Lo que más me removió cuando estuvimos el papá de la cachorrita y yo pensando si escolarizarla o no, fue darme cuenta de que me gustaba ir al colegio! Porque él al menos fue un fracaso! , y repitió dos veces!, y mandó a la mierda la Universidad. Y se escapaba de clase para ir a pescar peces a muchos metros de la tierra. Era de verdad mucho más libre que yo! Y más inteligente!
Lo que me removió fue darme cuenta de mi dormidera, de la ovejita obediente que fui toda mi infancia y mi adolescencia.
Por eso hoy quiero escribir lo que me hubiera gustado hacer aquellos años. Quiero escribir para hacer justicia a esa Elena que cerraba su libro de Cien años de soledad para abrir el de la II Guerra Mundial.
Desde pequeña lo que más me gustaba hacer era leer. Me gustaba leer y aprenderme poesias. Antes de cumplir los seis me sabía de memoria el libro de Primero de EGB. Me tiraba en el suelo y mientras mi madre hacía unas lentejas yo repetía versos en voz alta.
“Tempestad en la taza de leche
cabecean los barcos de pan
-Marineros que se hace de noche! Vamos!
Todos a remar!
Que viene la tormenta! uf!
La que se va a armar-.”
Vomitaba todas las mañanas a esa edad de camino al colegio. Vomitaba de nervios. No debía ser fácil para mi madre. Que me repetía
- Sopla, Elena. Imagina que inflas un globo, bonita-
Y eso que me encantaba el cole!
Tenía una amiga que se llamaba como yo. Nos gustaba sentarnos juntas. Nos reíamos y nos hacíamos heridas a propósito en el patio del colegio para que nos curaran en la clase de al lado, que es donde estaba la mercromina, y el chico más guapo del mundo, Paco. Un día nos separaron. Nos pusieron a cada una en una punta. Todavía siento en el estómago la sensación de vergüenza , de miedo y de triteza. Tenía seis años y un adulto que no me conocía me estaba separando de mi mejor amiga porque nos gustaba reir.
Fui dejando pasar los años y los exámenes, perdiendo todas mis tardes preciosas en memorizar datos sin amor, en lugar de poemas.
Odiaba las matemáticas y a la profesora de Matemáticas. Nos aterrorizaba que nos sacara a la pizarra. La muy maldita nos humillaba por no saber resolver sus estúpidos problemas.
A ésta es a la primera que voy a poner firme
- No me sale el ejercicio porque no me lo has explicado bien. Además no me interesa. No entiendo para qué me puede servir ésto. Si yo lo que quiero es ir al Teatro y saber quién fue Shakespeare. Paso de tus números y tus fórmulas. Déjame en paz . Y respeta a los treinta alumnos que tienes delante , que no se interesan por ti.
Como me aburría en clase, leía a escondidas. Con dieciséis años descubrí el realismo mágico , y leí y leí , todo lo que el maldito sistema escolar me dejó, debajo del pupitre y los ratos que en casa me quedaban después de memorizar esas mierdas enlatadas en libros de texto frios y desfasados.
Llegaba al cole de la mano de Pedro Páramo, del Coronel Aureliano Buendía, de Clara, Blanca y Alba. Y tenía que esconderlos .
- Elena! Como vuelva a verte leer te quito el libro y te pongo un negativo!
Y volvía , obligada, a escuchar sus mierdas sobre batallas, años de guerras , y países que pasaban a ser de otros países.
No contaban nada del ser humano. Yo me preguntaba qué les pasaba a las gentes . En qué habíamos cambiado, en qué éramos iguales.
Me interesaba el ser humano y nadie me hablaba de él.
Tampoco me ayudaron a pensar. No recuerdo nada de lo que me hizo aprobar sus exámenes. Casi ni recuerdo cómo se hace una división. Deshice tantas frases para analizarlas en sujeto y predicado y todo lo demás!
- No me enseñes a romperlas , déjame construirlas, déjame inventar palabras.
No recuerdo la tabla periódica y curiosamente todavía no la he necesitado en mi vida, con lo que me costó aprenderla!
Sí me acuerdo de Lorca. Porque lo interpreté con diecisiete años. Porque la directora de esa obra , Dionisia, me enseñó a amar a los autores, y me contó cosas preciosas de él, y jugábamos en sus patios andaluces.
Cuando llegó Nahla, su papá y yo nos hicimos una sola pregunta
- A ti te gustaba ir al cole, o preferías hacer otra cosa?
Queríamos hacer otras cosas! A nosotr@s no nos dejaron hacerlo. Por eso a Nahla le vamos a permitir que haga lo que le plazca. Que aprenda sólo lo que le interese. Estamos poniendo a su alcance el mundo entero , para que elija.
Y cuando elija, le daremos toda la información y descubriremos junt@s.
En las grandes novelas encontrará el tesoro del ser humano. Ahí está todo. Luego seguirá buscando.
Confiamos en ella. Por eso no la encerraremos en cuatro paredes para que otr@s decidan por ella lo que debe aprender. Eso es anti-vida. Y no es aprender. Es otra cosa. Aprender es amar la vida. Y es algo inherente al ser humano. Nacemos curios@s. Aprendemos por placer.
Una vez ,cuando vivíamos en la isla de los volcanes , le pedí a Alvaro que habláramos sobre éste tema; Alvaro no habla mucho, es un monje zen aunque él no lo sabe, es un ser precioso al que admiro y amo mucho, aunque ya no estamos junt@s.
Me parecía que una decisión tan importante debía ser más debatida, más pensada. Alvaro se quedó quieto delante de mi y me dijo muy despacio
- Nahla es un árbol. No quiero que crezca como un bonsai. No me interesan los bonsais; recortados, manipulables, hechos a medida de no se quién. No necesito leer nada ,Elena. Lee tú. Mi niña va a crecer como un árbol. Se va a alimentar de todo y va a ser lo que quiera.
A veces las decisiones importantes son sencillas , tan sencillas como regar una flor.
Puede que mande ésta carta a mi colegio, la firmaré
- Elena Alonso, que FUE ‘ una buena alumna’. – """
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