He recordado
una frase que me dijo en cierta ocasión un amigo en una ópera; “Sin música la
vida seria un error” y yo, la verdad, no me imagino un mundo sin ella.
A pesar del
paso de los años y de las distintas preferencias es interesante comprobar que
las obras musicales, cuando son buenas, cuando responden a las emociones o
inquietudes de quienes las escuchan, nunca dejan de gustar, y se convierten así
en un nexo de unión y fuente de comunicación entre las personas.
Hace unos días
leí una noticia que decía que escuchar música por la calle podía suponer un
peligro de accidente o incluso de muerte, y me puse a pensar en como la era de
la tecnología ha cambiado nuestra vida, y lo increíble que es poder llevar la
música colgada al cuello o en tu bolsillo gracias a los reproductores
musicales.
Hace tan solo
un siglo, había que acudir a una sala de conciertos para escuchar, por ejemplo,
una sinfonía de Beethoven; y la única manera de acompañar las tareas domésticas
con música era sílbando o cantando para uno mismo.
Hoy en día, la
televisión , la radio y los reproductores de sonido son fuentes de emisión casi
omnipresentes en nuestra sociedad, y ocupan buena parte del tiempo de mucha
gente. Además, los medios de comunicación ejercen una gran influencia sobre el
tipo de música que escuchamos y en muchas ocasiones la convierten en un
producto de mercado muy rentable.
La música
puede evocarnos recuerdos, igual que lo haría cualquier aroma de un perfume, y
a veces casi sin saberlo despierta en nosotros emociones muy intensas.
Ella, forma
parte de nuestra vida, por ejemplo en el cine, probablemente la muerte del
protagonista de una película me dejaría indiferente, pero si de fondo suena una
balada triste, esa mezcla de imágenes dramáticas y música, despierta en mi la
congoja que no me despertarían las imágenes solas.
Pero es más; la
música nos une independientemente de nuestra extracción social.
¿Qué tienen en
común un alto ejecutivo de cuarenta y cinco años con un quinceañero que va
camino del instituto a las ocho de la mañana?
Lo que les une
es que, justo en ese instante uno desde la radio de su coche camino al trabajo
y el otro desde su IPod mientras se dirige al instituto, están escuchando el
mismo grupo de rock que les gusta. Durante el resto del día probablemente no
volverán a coincidir en nada más, tendrán distintas aficiones, distintas formas
de divertirse, distintos problemas, pero en ese instante la música fue algo que
compartieron dos personas aparentemente tan diferentes.
La música es
la única que nos involucra a todos, es uno de los fenómenos que, a parte de
aparecer solo en la especie humana, se desarrolla de forma fenotípica, es
decir, viene en nuestros genes.
En mi opinión
la música tiene su mayor influencia en la adolescencia, cuando el ser humano
busca definir la personalidad que tendrá en su estado adulto. Eso se sabe y de
eso se aprovecha la industria.
Antes los
músicos eran reconocidos por el valor de las obras pero a en la actualidad
muchas veces apenas sabemos nada sobre los compositores de las canciones que
escuchamos. No nos interesamos por los compositores en sí sino por el cantante
que les pone voz a la letra y más aún por el “personaje” que se forma. Vemos un
claro ejemplo en Justin Bieber.
Para mí, la
música es una forma de aislarse del mundo, de pensar en ti mismo, solo hay que
vivirla, un cúmulo de sensaciones que fluye por cada persona cuando decide
escucharla, es evidente que cuando una persona tiene bajo el estado de ánimo y
escucha obras tristes, su estado de animo disminuye y si escucha obras
animadas, alegres y divertidas el estado de ánimo tiende a mejorar en la
mayoría de los casos, porque de alguna forma la música tiene la capacidad de
influir en nuestras emociones.
Porque la
música nos une. Siéntenla y emociónense con ella, porque… “sin música la vida
sería un error”.
LUCÍA TORRES DE LOS SANTOS
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